El diálogo que vamos a mostrar a continuación no trata sobre algún aspecto de salud concreto. Sino acerca de situaciones anecdóticas que me han sucedido en la consulta de atención primaria a lo largo de este año pasado. Todas ellas tienen un denominador común. Tratan de las expectativas erróneas que algunos pacientes tienen con respecto a la consulta médica. Lo cual da lugar a malentendidos, que de no solventarse, podrían producir un deterioro en la relación médico-paciente. Algo nada deseable para el profesional sanitario, pero menos aún para el paciente.
Antes de continuar, quisiera aclarar que el siguiente diálogo presenta conversaciones basadas en hechos reales, pero con intención puramente constructiva. Esperando que nos sirva para mejorar la atención médica de todos. Así que, ¡vamos allá! 😉
ROCIO: Buenas doctor, llevo un tiempo que me duele mucho el hombro y no puedo más. Quisiera pedirte una resonancia.

DOCTOR KUAIK: Buenas Rocío, ¿qué es lo que te ocurre en el hombro exactamente?
– Pues que me duele el hombro desde hace bastante tiempo y tiene que deberse a algo.
– Mmmm. ¿Te duele al levantar el brazo?
– Sí, de hecho no puedo levantarlo a más de cierta altura.
– Bien… ¿y te cuesta realizar esfuerzos tales como peinarte o quitarte el sujetador?
– Efectivamente doctor, ese tipo de movimientos no puedo realizarlos correctamente.
– ¿Y desde cuándo estás así?
– Me encuentro así desde hace un mes.
– ¿Te has llegado a dar algún golpe en dicho hombro o has realizado algún sobreesfuerzo al que puedas atribuir a dichas molestias?
– Que yo recuerde, no me he dado ningún golpe. Aunque sí es cierto que las molestias del hombro comenzaron tras tratar de coger unas cajas que tenía en la parte más alta de la estantería del salón.
– Mmmm… Si te parece bien, vamos a pasar a la camilla, ya que me gustaría realizarte una serie de exploraciones al respecto.
– Vale Doctor…
– (TRAS LA EXPLORACIÓN FÍSICA) Bueno Rocío, no creo que sea nada grave. Podría ser una pequeña inflamación tendinosa o muscular. Lo primero que vamos a hacer aconsejarte que guardes reposo relativo, sobre todo de ese hombro. Además vamos a ponerte algo de medicación analgésica para el dolor. No obstante, como podrías no mejorar del todo si hubiera un daño mayor, voy a solicitarte una radiografía del hombro para obtener más información. Mientras esperamos a ver si el reposo y la medicación te mejoran.
– Pero… ¿entonces no me vas a pedir una resonancia? Si dicen que en la radiografía no se ven nada más que los huesos. De hecho a una vecina mía, le pasó lo mismo que a mí. Y tras darle muchas vueltas resultó que tenía un tendón roto.
– Entiende Rocío, que debemos ir por partes. El caso de tu vecina no sé cuál sería. Pero lo cierto es que por los signos y síntomas que me has referido. Así como por la exploración física que te he realizado, sospecho que podría haber alguna tendinitis o de manera más remota alguna lesión a nivel del conocido «manguito de los rotadores». Pero antes de dar el siguiente paso, necesitaría ver mediante una prueba de imagen, como lo es la radiografía, si hubiera algún otro daño o no. Mientras tomas algún tratamiento analgésico para ver si pudieras mostrar cierta mejoría.

– (Rocio, presenta signos de incredulidad). Bueno…. Ahh por cierto, doctor. También venía a pedirle a que mande a mi hija al ginecólogo. Para que le hagan su revisión.
– ¿Qué es lo que le pasa a tu hija, Rocio?
– No le pasa nada, pero era para que la revisen. ¿No dicen que todos los años hay que hacerse una revisión? Lo he visto en la tele y yo quisiera que se la hagan.
– Rocío, disculpa que te contradiga. Pero lo cierto es que no te puedo generar una derivación para el ginecólogo por dos motivos. El primero es que para derivar a una persona, ésta debe presentarse en la consulta. Ya que como es lógico, el médico debe valorar a cada paciente. Y además, cada paciente tiene la potestad de ejercer sus propios derechos de privacidad.
– Ahh por eso no te preocupes. Mi niña se fía de su madre…
– No se trata de eso Rocio. Aunque yo sé que se fía de ti, debe estar presente en la consulta. No obstante, no quiero desengañaros ni mucho menos. Pero dices que no le pasa nada y que la revisión que solicitáis es porque cada año le correspondería una revisión, ¿no?
– Eso es… Ya sabes que hay muchas enfermedades y tanto a mi hija como a mí nos da miedo.
– Lo entiendo perfectamente Rocio. Pero para eso hay algunos planes de cribado implantados en la sociedad. Tales como la realización de las citologías para el diagnóstico precoz del cáncer de cuello de útero. O el de la mamografía en mujeres de 50 años o más, salvo antecedentes familiares previos. Para el diagnóstico precoz de cáncer de mama. Independientemente de los síntomas o no. Sin embargo, si me dices que las reglas de tu niña son normales. Si no siente dolor ni síntomas de ningún tipo ni flujo vaginal anómalo. En principio, salvo las pruebas establecidas para la población general. No habría la necesidad de realizar una revisión cada año.
– O sea me tratas de decir, que por la seguridad social no corresponde realizarse una revisión anual. Pero que si decido con mi propio dinero, pagarme una cita a un ginecólogo privado, ahí sí que puedo, ¿verdad? Así de bien está la sanidad, que juegan con nuestro dinero. Por que el puesto en el que estás, lo pagamos todos con nuestro dinero. Y mira lo que obtenemos a cambio…
– Siento decirte Rocío, que no entiendo mucho ni de política ni de leyes. Probablemente sea algo en lo que deba mejorar en el futuro. Pero al menos sí que sé que a mi también me retienen parte de mi sueldo. Por lo que como bien has dicho, todos costearíamos parte del gasto sanitario. Por lo que no me parece que eso sea un rasgo diferenciador entre los pacientes y profesionales sanitarios, que también son pacientes en sí mismos. Piensa que toda persona, incluido los sanitarios, tienen un médico de familia asignado. Y pueden enfermar de igual manera…
Por otra parte, si lo piensas bien en todo hay que establecer un límite. Precisamente, has mencionado la cuestión económica. Y sí que es una realidad que el dinero cuenta a la hora de ofrecer servicios a la población. O a la hora de uno mismo poder costearse más o menos atenciones sanitarias. Pero el dinero no lo es todo. Me explico…
Tu contrariedad ante mi negativa de derivar a tu hija sin síntomas algunos a una revisión ginecológica, está movida por el temor a la enfermedad. Lo comprendo perfectamente. Pero también has de entenderme cuando digo que no hay razones médicas concretas para realizarle tal revisión. El poder diagnóstico de un médico radica en la información previa de signos y síntomas del paciente. O lo que llamamos anamnesis. Con dicha información y tras la realización de una exploración física. Mediante la inspección, palpación, percusión y auscultación. Ya sí que podríamos hacernos una idea global del problema. Y ¡ahí y solo ahí!, si no se llega a ningún diagnóstico, merece la pena apoyarse en otras pruebas y/o consulta con otro compañero médico de la especialidad que más aborde dicha problemática. Pero si ni siquiera se nota tu hija alteración alguna ¿qué buscamos? Si no se plantea un problema, ¿cómo buscar una solución?…
– Si yo eso lo puedo entender. Pero una vecina mía que nunca se notó nada, cuando fue al médico por primera vez, se le diagnosticó una enfermedad muy grave… Y es mejor prevenir que curar…
– Vaya que mala pata… Este tipo de casos cuando nos tocan de cerca, nos afectan y sensibilizan más. Hace que tengamos más temor a que nos pueda pasar algo similar. Sin embargo, las enfermedades que no dan la cara nunca y que cuando lo hacen ya es demasiado tarde, son totalmente excepcionales. La mayoría de las enfermedades avisan. Esto es, dan signos y/o síntomas previos. Y suelen gestarse a lo largo del tiempo.
En nuestra sanidad pública, disponemos de muchos planes de prevención y promoción de la salud en nuestro medio. Como te comenté antes, diferentes cribados de enfermedades, así como controles de salud según edad, tipo y características. Todo esto, para minimizar incluso la aparición de los casos más excepcionales. Pero fuera de todo esto, el caso de tu hija. Una mujer joven y asintomática, con revisiones ginecológicas previas normales y sin patologías conocidas. No habría que realizarle una revisión anual a priori. No obstante, dile que me pida cita un día y que me comente que le preocupa exactamente.
– Pero doctor, ¿y cómo sabes que mi niña no tiene ninguna enfermedad? ¿si no se le estudia?…
– Rocío, lo primero que quiero transmitirte es que estoy para ayudarte a ti y a tu hija en lo que pueda y sea necesario. Pero una de mis funciones como profesional, es basarme en criterios médicos para la toma de decisiones. Y ¡ojo!, que para nada estoy diciendo que haya que ahorrar en gasto sanitario a costa de la salud de los demás. Eso no sería ético. Sino lo que quiero decir, es que no sería sostenible revisar todo en todas las personas. Y lo que es peor… que tampoco sería médicamente correcto. Por tanto, cuando te comento que en principio no estaría indicado hacerle una revisión anual, no trato de decir que sé seguro que no tiene ninguna enfermedad. Eso jamás podría asegurarlo…
– Y si le dijera a mi hija lo que me comentas, pero luego le pasase algo. ¿Ahora qué pasaría…?
– ¡Dios quiera que no! Pero el consejo y la indicación que os doy sigo manteniendo que es muy sensata. Imagínate un caso hipotético… Tu hija se quiere comprar un coche porque le ayudaría a ir al trabajo con mayor comodidad. Es mayor de edad y tiene dinero para comprárselo. Tu marido se niega a ello rotundamente, porque teme que le pase algo malo. Sin embargo, tú la apoyas porque entiendes que puede ser una mejora en su calidad de vida y una herramienta útil para ella. Si tu marido, te contestase que como tenga un accidente con el coche, ¿ahora qué?… ¿Qué responderías? Dirías que vale, que lleva razón y que mejor que no se compre el coche, ¿y seguir alimentando el miedo? O más bien, le dirías, ¡Dios quiera que no! pero es algo útil para ella.
Pues eso mismo te respondo yo, ojalá esté sana por mucho tiempo. Pero el temor a una enfermedad que no muestra ni signos, ni síntomas, ni perfil de edad ni de antecedentes personales ni familiares. No sería recomendable ser estudiada, sólo por un miedo desmedido. Al igual que no parece lógico, no comprarse el coche por el miedo a que tenga un accidente, cuando ella lo desea y puede ser útil para ella. La aparición de una enfermedad rara o el suceso de un accidente con el coche, en este caso. Serían casos muy excepcionales. ¿Merece la pena limitar nuestra acciones por temor a ellos? Al menos como profesional considero que no…
– ¿Y no crees que es mejor que cuanto más se revise uno, más seguridad hay de estar sano…?
– No estoy de acuerdo. Todo tiene su punto de equilibrio. Muchas veces idealizamos las pruebas complementarias realizadas o las revisiones continuas. Y no caemos en la cuenta que al igual que todo ello nos podría ayudar a diagnosticar patologías cuando hay signos y síntomas que nos dirigen a ello. También dichas pruebas o revisiones podrían darnos falsos resultados positivos, que introducirían a los pacientes hacia una vorágine de pruebas, sufrimiento, incertidumbre e iatrogenia. Totalmente innecesarias y evitables. Muy alejada de fomentar la salud, sino más bien todo lo contrario.
Fíjate, por ejemplo, que la fruta es un alimento altamente saludable. Pero si nos comemos todos los días más de 10 piezas de fruta en el postre. También corremos riesgo de engordar. Algo bueno, se puede convertir en no tan bueno. ¿No dicen aquello de que la dosis hace al veneno? Pues en el caso de las pruebas y las revisiones excesivas, pasaría igual. Cuando se realizan pruebas y revisiones, sin un criterio médico justificado. No solo cuesta mucho más detectar alguna anomalía, sino que nos exponemos también a diagnosticar lo que no hay. Y eso sería mala praxis de la medicina.
Por tanto, la clave está en buscar un equilibrio. Ni pasar al extremo de alguien que nunca acude al médico para nada. Ni llegar al otro extremo de querer revisar todo, para ganar seguridad de estar sano. Porque esa dinámica es peligrosa y generalmente alimenta más miedos y la insatisfacción personal persiste. Tratando de buscar enfermedades altamente improbables…
– No sé… Y por cierto… He estado mala de la garganta estos días atrás. Y me conozco y sé que necesito un antibiótico, si quiero mejorarme. ¿Podrías recetarme alguno? Ese que se toma durante 3 días me va muy bien…
– Antes que nada voy a hacerte unas preguntas, para entender mejor que te ocurre. ¿Te molesta el tragar?
– No, no me molesta.
– ¿Tienes congestión nasal?
– Sí, la verdad que la nariz la tengo un poco saturada de mocos.
– ¿Estás estornudando o te tienes que sonar la nariz cada dos por tres?
– Sí, la verdad que sí.
– ¿Has llegado a tener fiebre?
– Sí, mucha fiebre.
– ¿Cuánto marcaba el termómetro exactamente?
– Ahh, no sé. No me he medido la temperatura. Pero vamos, tenía mucha calentura. Así que seguramente haya tenido bastante fiebre.
– Bueno, no podemos hablar de fiebre sin usar un termómetro. Espera que te ponga el mío debajo de la axila… Vale ya, marca 37ºC.
– Ves como tenía fiebre.
– Realmente tienes algo de febrícula. O como se suele decir de manera llana, tienes unas décimas. Pero no es fiebre, ya que esta sería a partir de 38ºC de temperatura. No obstante estate tranquila, porque la elevación de la temperatura corporal, ya sea febrícula o fiebre, es signo de que tu sistema inmunológico está respondiendo. Y no hay que asociarlo a algo malo.
– Pero habrá que tomarse el antibiótico para mejorarse del todo ¿no?
– Antes que nada déjame que te explore. (Se realiza la exploración). Mmmm, bien. Parece que tanto la auscultación como la exploración orofaríngea está normal. Por tanto todo lo que me comentas me hace pensar en que lo que estás teniendo es más bien un resfriado común o catarro. En estos casos no habría que tomarse un antibiótico. Ya que la infección de un resfriado es debida a virus. Y el antibiótico está dirigido al tratamiento de bacterias.

– Pero Doctor, pero si el año pasado me pasó lo mismo. Estuve aguantando durante 4 días y al no mejorarme me tomé el antibiótico ese que digo, que lo tenía en casa y me mejoré al cabo de la semana. Así que yo pienso que me hace falta…
– Rocío, no hay evidencia de que ahora lo necesites. El año pasado no sé que te ocurriría. Pero yo hablo por esta ocasión y tras preguntarte y explorarte en el momento presente. No obstante, si dices que el año pasado tenías síntomas similares y tras la toma del antibiótico te mejoraste. Tengo que decirte que un resfriado se cura gracias a nuestro sistema inmunológico. Y casualmente puede tardar de 3 a 10 días en curarse, aproximadamente. Por lo que, si a ti te duró una semana, no podemos asumir que la recuperación haya sido debida al antibiótico. Ya que podría haberse debido simplemente a que tu propio organismo estaba curando la infección vírica y coincidió la finalización del antibiótico con la recuperación del resfriado. Piensa en que ha podido ser por coincidencia. Y no deberse a un caso de causa-efecto como tal.
– Pues no sé yo… Por cierto, me voy a sincerar diciendo que pensé que serías más apañado. Me cambié de médico hace poco precisamente porque el anterior médico no me derivaba a ningún sitio ni me recetaba los medicamentos que le pedía. Pero veo que tú tampoco lo haces…
– Agradezco tu sinceridad Rocío. Pero ya que has sido transparente, permíteme que te de mi opinión. La figura de tu médico de familia es tan importante para ti. Que deberías haberle expresado tus preocupaciones o miedos a tu anterior médico. Quizás él no te derivaba ni te recetaba lo que le pedías, porque a lo mejor no te hacía falta.
Fíjate que estás encontrando el mismo problema conmigo, y no por nada, sino porque ha coincidido que las razones que me pides no están justificadas. Quizás en otra ocasión sí que lo podrían estar. Y si por el contrario tu anterior médico estuviera equivocado, como cualquier persona lo puede estar en un momento determinado. Hablando y volviendo a consultar, lo normal es darse cuenta de dichos errores. Y cualquier profesional que no logre resolver el problema del paciente, sigue buscando soluciones…
Sé que todo paciente tiene libertad y derecho para cambiar de médico a otro que tenga el cupo abierto. Pero no creo que sea positivo cambiar de médico sin haber hablado directamente con él, expresando de forma sincera que piensas. No has agotado todos los cartuchos y han quedado cosas en el tintero que habría que haber hablado antes. Tu médico, cualquier médico, quiere ayudar a sus pacientes. Médicos con desinterés y con malas intenciones, puede haberlos de manera muy excepcional. Como en cualquier ámbito de la vida pueden existir los fraudes. Pero lo que sí hay es una gran cantidad de médicos muy profesionales. Y muy distintos entre sí. Pero todos apuntando hacia la misma dirección. ¡Ayudarte!

La figura del médico de familia no es exclusivamente la de derivar y recetar. El médico es un profesional de la salud, que en el caso de la atención primaria, ayuda en muchos aspectos de la salud de las personas. Por una parte es el médico con el que más vínculo puede tener una persona. Puedes acceder a él cada vez que lo necesites, ya que la elección de una cita es totalmente libre y de propio derecho. Además, te conoce a ti y a toda tu familia. No sólo cuando estás enfermo te ayuda. Puede darte consejos para tener unos buenos hábitos de vida, así como prevenir futuras enfermedades. Puedes contar con él para tratar cualquiera de las esferas que afectan a tu salud, esto es: la esfera física, psíquica y social. Te ayuda a seguir el embarazo, a realizar la planificación familiar, acude a tu casa a ayudarte cuando lo necesitas. Realiza su desempeño no sólo a nivel personal y familiar sino también en la comunidad. El alcance de la ayuda de tu médico no tiene límites. Por lo que sería un error simplificarlo únicamente a derivar y recetar. Créeme…
– Pero el médico de familia no es especialista de nada en concreto. Es decir, que si tengo un problema importante a nivel digestivo, deberá verme el digestivo. Si tengo un problema a nivel ginecológico tendrá que verme el ginecológo. Si en cambio, tengo problemas a nivel de los huesos, tendrá que verme el traumatólogo… En eso estarás de acuerdo al menos, ¿no?
– La figura del médico de familia es un tipo de médico especialista cuyos conocimientos son horizontales en la mayoría de las áreas médicas. Es decir, es el profesional sanitario que puede solucionar y reconocer una inmensa mayoría de problemas de salud en muy diferentes campos. Y sólo, en aquellas situaciones donde se sospechan patologías o diagnósticos que requieran del estudio de un especialista de esa área. Sólo ahí, procedería una derivación.
Pero como ves, la derivación no la indica el paciente, sino el médico. Porque es él, quien estima la necesidad o no de recurrir a otros compañeros, para encontrar la solución. No olvides, que un paciente que acude al médico es porque tiene algún problema de salud que solucionar. Y su fin último es que le presten ayuda y solución al problema. El medio a través del cual esto se logre, puede ser mediante una serie de preguntas, mediante alguna exploración, mediante algún tratamiento empírico, mediante algún seguimiento, o mediante la realización de alguna prueba o derivación. Pero cada una de esas opciones, ha de pensar en utilizarlas la persona que vaya a requerir de ellas para su diagnóstico final. Es decir, no el paciente, sino el propio médico.
– Pero y si el médico no me soluciona el problema y no me deriva. ¿Algo habrá que hacer no?
– Desde luego que si planteas un problema y tu médico no ha logrado ayudarte a solucionarlo. Debes preguntarle que más se puede hacer. Si la respuesta de tu médico es que no se puede hacer nada, tienes derecho a preguntarle por qué. Si su respuesta es ofrecerte opciones, has de confiar en él. Y si en esas opciones, se contempla la opción de derivarte a otro especialista, será porque se necesita.

Por otra parte, no quiero decir que el médico no se equivoque nunca. Somos humanos y la interacción con los pacientes ayuda a reconducir los diferentes problemas de salud de los pacientes. Pero no considero que un motivo para cambiarse de médico sea que no hace lo que uno cree que debe hacer. Como te dije anteriormente, antes de cambiarte de médico, debes hablar con él directamente. Expresarle directamente tus dudas. Al igual que estás haciendo conmigo. La mayoría realizan su trabajo por vocación y resulta de mucho más ayuda el comunicarse abiertamente con tu profesional de confianza. Muchos malentendidos se pueden resolver hablando y evitando prejuzgar de antemano…
CONTINUARÁ…
Si te has quedado con ganas de más… Haz clic en el siguiente enlace, para saber como continuó este diálogo saludable entre Rocío, nuestra paciente impaciente, y el doctor Kuaik.
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La verdad que todavía hay personas que acuden al médico con un diagnóstico hecho por ellas mismas, sabiendo incluso más que el médico que aún no las ha atendido.Lo de «no me noto nada», pero igualmente mándeme algo para «por si acaso » tengo o me vaya a dar, es algo frecuente en ciertos pacientes.La verdad sería motivo para preocuparme, si acudo al médico, y éste me manda una prueba u otra, para saber qué me ocurre.Mientras tanto, confiemos en nuestro médico y dejémoslo trabajar, que sabrá más que nosotros mismos.Ir al médico a que me haga una revisión anual (de lo que sea, que no sé de qué en concreto porque no padezco de ná), …..me troncho de risa con solo pensarlo.Muy bueno el diálogo! Y mejores respuestas das, perfecto.
PDTA: todo lo que has escrito, me suena de alguien muy cercano a mí, tiende a todo eso con el médico.
Casualidades de la vida, ayer por la tarde tuve una paciente que tras preguntarle que qué le ocurría, su respuesta fue: «ahora mismo nada, pero he tenido 3 resfriados seguidos y quisiera hacerme una analítica lo más completa posible para estudiarme a fondo»… La consulta duró 15 minutos (están programadas cada 6 minutos), y toda ella fue dedicada a ejercer educación sanitaria, es decir, hacerle entender que lo que pedía no tenía razón de ser. Un problema que observo con bastante frecuencia hoy día es la baja tolerancia al sufrimiento o a la pérdida de bienestar. Esa premisa seguramente hizo a la paciente creer que si se había resfriado 3 veces este invierno, es porque tendría alguna enfermedad de base. Sin embargo, ella misma reconocía encontrarse perfectamente. Afortunadamente la paciente se fue satisfecha y tras la conversación terminó diciendo con sus propias palabras: «Perfecto, no lo sabía, entonces cuando me note algo es cuando debo venir y si lo ves oportuno se puede pedir una analítica o lo que sea, no?» «Así es le respondí yo». ¡Una conclusión muy evidente!, ¿no nos parece? Sin embargo, no está tan clara cuando se repite en nuestro día a día más de lo que creemos…
Vaya tela, vaya tela….pabernosmatao!! No soy doctora ni mi profesión pertenece a la sanidad, pero es de sentido común.Yo, en mi humilde opinión, empezaría con que en los centros de salud, acomodaran una pequeña sala de espera, no es necesario mucho, solo unos biombos con pocos asientos, y un profesional que impartiera un «cursillo».Nombre de la consulta: P.S.D. (paciente sin diagnóstico).Ahí se derivan, este tipo de pacientes.Ej. «usted pertenece al grupo de pacientes P.S.D., siga el pasillo ,que no tiene pérdida, y allí le explican lo que usted tiene)…..mientras por el pasillo, va nerviosísimo—a, creyendo que tiene algun tipo de «enfermedad rara».Una vez dentro, el profesional de turno que le toque, le de la clase de Educacion Sanitaria.Así, poco a poco, se van quedando las consultas con lo lógicamente necesario.
Este tipo de diálogos deberían estar presentes y disponibles en folletos informativos y salas de espera de los centros de salud ; con objeto de tener una visión mas profesional de para qué y cómo debemos hacer el uso mas eficiente de nuestro derecho como usuarios de la sanidad pública . Felicidades en tu anhelo , Dr. Kuaik , de aportar una visión objetiva y comprometida con tu profesión , que es tu vocación ; para mejorar el servicio al paciente y a la sanidad en su conjunto .